Quien no vió Sevilla, no vió maravilla.

Nacido en el macareno Hospital de las Cinco Llagas, criado en el Barrio del Tiro de Línea y vecino del Cerro del Águila; fiel amante de Sevilla y sus tradiciones. "Cofrade" por vocación, "Feriante" por adicción, "Rociero" por devoción y "Bético" por convicción.

domingo, 25 de mayo de 2014

El OLIMPO EN LA PAÑOLETA...

En la mitología romana Baco, Dios de la viña, del vino, de la inspiración y de la locura, era vanagloriado mediante grandes reuniones de los genios de la Tierra y la fecundidad: los llamados Misterios de Baco. El senado prohibió estos ritos licenciosos y orgiásticos llamados Bacanales hacia el año 186 A.C.

Ayer en el barrio camero de La Pañoleta, en una informal reunión de amigos románticos, para nada genios de la Tierra ni de la fecundidad, viví en primera persona una “gran bacanal” de arte y tronío.  Guitarras, compás y versos brotando por flamencas gargantas manzanilleras, destaparon el tarro de las esencias en la añeja bodega de Baldomero Gaviño.
Las voces de Rafael, Manolo y Pepe pusieron el contrapunto a éste día de tantísima inspiración, la guitarra de Manolo era una fuente que no cesaba de aflorar maestría, técnica y oficio, entre la prima y el bordón. Las madres y las soleras de los toneles de recia y rancia madera de roble, pudieron impregnarse del sentimiento y arte que se desparramaba por minutos y que le ponían un tono de foto en sepia a la jornada.
Cuando en un preciso momento de la tarde, me fije en las caras de los presentes, supe rotundamente que las cosas se habían hecho bien, el objetivo de la reunión se había conseguido, sus caras denotaban una felicidad bárbara, estaban disfrutando como bellacos, incluso el gran anfitrión Baldomero, acostumbrado a éste tipo de rituales mitológicos bodegueros, se le caía la baba…  Allí nos encontrábamos un grupo de amigos, bastante heterogéneos, pero con un denominador común, nuestro amor y nuestra pasión por éste género tan nuestro como son las sevillanas. Por eso estábamos allí, para inyectarnos en vena ese sentimiento a modo de vacuna de recordatorio y para que tengamos claro que nosotros los aficionados, junto con los autores, artistas y músicos, somos los que tenemos que sacar esto adelante y poner a las sevillanas donde se merece, de una vez por todas.
Que cada uno saque sus conclusiones, pero la jornada de ayer, quedará grabada por mucho tiempo en la retina de los que pudimos estar allí. Agradecer a Baldomero y a su hermano Pepe, que nos brindase su bodega para celebrar este evento y tan sólo recordar a los presente y a los que no pudieron asistir, pero que estuvieron entre nosotros en el pensamiento, que ésta ha sido la segunda y creemos necesario que existan más reuniones para que en voz alta gritemos todos a los cuatro vientos:  “Que vivan las sevillanas”…